Madrid, 24 de marzo. Cada día se hace más patente que España no alcanzará el objetivo fijado por el Gobierno al comenzar la campaña de vacunación contra la COVID-19, si no se introducen cambios en la estrategia aprobada por el Ministerio de Sanidad.
De momento, el Ejecutivo español ya ha retrasado la ansiada
inmunización de grupo, superior al 70% de la población (27,4 millones de personas), hasta el mes de octubre en el mejor de los casos, a pesar de que la Unión Europea mantiene el objetivo de conseguir la inmunidad el 14 de julio.
Los datos disponibles retratan el decepcionante ritmo de vacunación español y europeo. Las comunidades autónomas han administrado un total de 6,3 millones de dosis de las vacunas de
Pfizer-BioNTech, Moderna y AstraZeneca, el 82,3% de las distribuidas que ascendían a 7,6 millones de unidades, a fecha de 22 de marzo. Solo 2,1 millones de personas han recibido ya la segunda dosis a partir de la cual se empieza a generar inmunidad después de tres meses de vacunación.
A los problemas de suministro de los viales contratados por la Unión Europea, que afectan a todos los Estados miembros y condicionan la velocidad de vacunación, España suma un
plan de inmunización que el Ministerio de Sanidad revisa sobre la marcha para definir nuevos grupos de población e incluir las nuevas vacunas disponibles, pero sin llegar a introducir cambios de calado, como sí han hecho otros países europeos.
La cuestión es si la sanidad española tendrá capacidad suficiente para inmunizar al ritmo necesario cuando Europa reciba los 300-350 millones de dosis previstas hasta finales de junio, según datos del responsable de compras colectivas de los 27 países europeos. Como ha señalado el portavoz de Sanidad de Ciudadanos,
Guillermo Díaz, “nos vamos a encontrar con que el suministro de vacunación será mayor y creemos que es muy bueno que tengamos previsto aumentar el cauce para cuando aumente el caudal de vacunas en un futuro, esperemos, no muy lejano”.
Francia, Italia o Irlanda dentro de la UE, además de Reino Unido, Estados Unidos, Canadá o Australia han entendido la prioridad al reclutar a sus farmacéuticos para multiplicar sus puntos de vacunación y abrir así nuevos espacios para facilitar el acceso de la población a las vacunas evitando, por otro lado, aglomeraciones y largas esperas a las puertas de los centros de salud.
En el caso de
Francia, el Gobierno ha habilitado por decreto a los farmacéuticos que estén formados para administrar vacunar tanto en los centros de vacunación como en las propias oficinas de farmacia, dentro de un calendario que prioriza a las boticas que ya participan en los programas de inmunización contra la gripe.
Italia también ha anunciado una
nueva regulación para ampliar las funciones de sus farmacéuticos que les permitan sumarse a la campaña de vacunación cuando haya suficientes vacunas disponibles. De momento, las farmacias de Liguria comenzarán a vacunar a partir del 29 de marzo como puntos de inyección para que los médicos puedan inocular entre 2.500 y 3.5000 dosis semanales.
Desde el 11 de enero, las
farmacias inglesas seleccionadas por el Gobierno también están vacunando en horarios extendidos y de lunes a domingo, con la condición de que administren, al menos, mil sueros a la semana.
Otros países como
Estados Unidos,
Australia o Canadá, dentro de un programa piloto que el Gobierno pretende ampliar, también han recurrido a sus farmacéuticos para acelerar el ritmo de vacunación y las opciones de su población.
Contrasta esta situación con lo que sucede en
España, país que dispone de
la red de oficinas de farmacia más extensa de Europa, con más de 22.000 boticas abiertas por todo el territorio, si bien infrautilizadas una vez más. Lo peor es que ni están ni se les espera a los farmacéuticos españoles en la campaña de vacunación, por mucho que hayan demostrado estar de sobra preparados para inmunizar con total garantía sanitaria.
La
experiencia desarrollada con éxito por el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, al inyectar la primera dosis del antígeno a más de 10.000 farmacéuticos en apenas dos semanas, es un buen ejemplo de colaboración y uso eficaz de los recursos disponibles para conseguir el objetivo más importante que tiene la sociedad española en estos momentos. Sin duda, es el momento de apostar por la farmacia y los farmacéuticos.
Lamentablemente, no se ha entendido así. El reciente debate del pasado 17 de marzo de la
Proposición No de Ley presentada en el Congreso para introducir cambios en el programa de vacunación nacional revela el conformismo o la injustificada complacencia de algunos grupos políticos ante el actual estado de cosas.
De lo que se trataba, ni más ni menos, es de decidir si la sanidad española debería
vacunar 24 horas al día, los siete días de la semana, activando todos los recursos disponibles para hacer frente a la mayor pandemia sufrida en el último siglo. Sorprendentemente, la respuesta de los partidos que sustentan al Gobierno en la Comisión de Sanidad fue no.
El presidente del COFM,
Luis González Díez, confía que se revise esta estrategia en las próximas semanas porque “hay mucho en juego y no puede condenarse a la sanidad y a los ciudadanos españoles a ir a paso de tortuga en un asunto fundamental; por el contrario, deben buscarse soluciones movilizando todos los recursos disponibles al alcance para conseguir el objetivo de inmunización cuanto antes y los farmacéuticos hemos demostrado que queremos y sabemos colaborar”.
Juan Marqués