Madrid, 25 de mayo. El debate farmacéutico en Francia no sólo gira en torno a la crisis económica y los recortes de gasto público del Gobierno. La ley "Hôpital, Patients, Santé, Territoires" (HPST) ha supuesto un tremendo estímulo para la profesión al diseñar un nuevo marco jurídico que redefine la labor del farmacéutico en Francia y prepara el futuro de la farmacia.
A la espera de su desarrollo normativo, los profesionales galos han visto plasmadas en la ley -publicada en el boletín oficial francés el 22 de julio de 2009- muchas de sus aspiraciones en el terreno asistencial. Entre estas atribuciones (artículo 38) figura el seguimiento activo de los tratamientos de pacientes crónicos, la educación terapéutica de los pacientes a través de programas de prevención, observación y evaluación de los tratamientos, la implicación del farmacéutico en los procesos de alta hospitalaria o la atención de personas dependientes en residencias, farmacovigilancia informatizada o la atención integral de los pacientes a través de una mayor cooperación con el resto de profesionales de la salud, en especial, médicos.
No en vano, y con el acuerdo o a petición del facultativo, la nueva ley habilita al farmacéutico a renovar periódicamente los tratamientos crónicos de los pacientes, ajustar las posologías o efectuar balances de medicación para optimizar los efectos de la terapia.
Todo ello implica un cambio radical del papel del farmacéutico en la atención sanitaria, que ha obligado a la Administración a promover un debate económico paralelo sobre la remuneración de las farmacias y los márgenes profesionales, a fin de recompensar los servicios adicionales y el compromiso individual de cada farmacéutico.
Aparte de la cuestión económica, no cabe duda de que la reforma emprendida en Francia también supone un reto para la formación farmacéutica. La farmacia y la universidad francesas están ahora obligadas a evolucionar y dar un paso al frente para adaptar sus programas de formación hacia la farmacia clínica y el trabajo en equipo con otros profesionales de la salud.
La propia ley introduce el concepto de desarrollo profesional continuo, que trata de agrupar la formación continua con la evaluación de la práctica profesional. Tendremos que esperar a su desarrollo normativo para ver en qué queda, pero está claro que el farmacéutico deberá prepararse y formarse más a fondo en políticas de prevención y de salud pública, como dependencia, deshabituación tabáquica o lucha contra otras adicciones, así como atender nuevas necesidades de los pacientes, caso de la dietética, envejecimiento, calidad de vida, dieta, etcétera. Sólo así estará en condiciones de ofrecer un asesoramiento profesional y servicios especialmente diseñados para mejorar o mantener la salud de la población en general o de grupos concretos de pacientes.
Hay también que recordar que esta norma instaura una nueva figura profesional, como farmacéutico "correspondant" o interlocutor. Así desde la farmacia se podrá hacer un seguimiento del paciente asmático, diabético, canceroso, hipertenso, con colesterol, VIH, EPOC, polipatologías de personas mayores, etcétera.
La futura reforma de los cursos de estudios farmacéuticos tendrá que abordar esta nueva realidad, tal y como ha señalado la Academia Nacional de Farmacia francesa en su informe a la nueva ley. Porque ya no es suficiente el compromiso de mantener al día los conocimientos, sino que los farmacéuticos están también obligados a evaluar su práctica profesional conforme a criterios de calidad, seguridad y eficacia de sus cuidados, con el fin de reflejar los resultados concretos de su actuación en la salud de sus pacientes y analizar si se ajustan a las prioridades de salud pública marcadas por la administración.
Fuente: http://www.agorasanitaria.com/
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